
Stonehenge, Condado de Wiltshire, Inglaterra. (Fuente: Diego Delso, Wikimedia Commons)
Cuando se pone el Sol empieza uno de los mayores espectáculos de los que se puede disfrutar: el cielo nocturno. Esto siempre ha sido así, no sólo ahora que podemos observar con fantásticos telescopios, también en los tiempos de otras civilizaciones antiguas. Podemos remontarnos a los tiempos de los egipcios o incluso ir más atrás y llegar al neolítico.
A pesar de que el cielo ha sido prácticamente el mismo para todas las civilizaciones (salvo pequeños desplazamientos de estrellas o los movimientos de los planetas), el uso que hemos dado a las observaciones ha sido diferente. Ahora observamos para entender cómo funciona el universo, pero ¿cuál era la intención de las observaciones que llevaban a cabo las antiguas civilizaciones?
Aquí entra en juego una rama multidisciplinar, y relativamente nueva, de la ciencia: la arqueoastronomía.